Textos para el Taller Mariquita y Martín

Un amor contrariado Invierno de 1804. Un caso conmueve a Buenos Aires. Dos jóvenes enamorados se enfrentan a una costumbre arraigada entre losmás ricos de la ciudad: elmatrimonio por conveniencia.No están de acuerdo con que los padres decidan con quien casar a sus hijas. Las habladurías y cuchicheos que circulan por la Plaza Mayor y los comercios de la calle Perú no acobardan a Mariquita ni aMartín.Tampoco los castigos que les imponen los padres de la joven.Por el contrario, todo ello parece fortalecer su amor... insuflarles nuevos bríos, renovadas fuerzas.Tantas, que el 7 de julio,Martín Thompson inicia un juicio de disenso contraMagdalena Trillo,madre de Mariquita. Lamáxima autoridad delVirreinato,el virrey Rafael de Sobremonte,deberá decidir.Conoce bien el caso y las causas de la querella. ¿Quién no? El amor: una depravación insoportable Según relata la misma Mariquita en sus Recuerdos del Buenos Aires virreinal (escritos alrededor de 1860), la palabra “amor” sonaba escandalosa en una joven: “el amor se perseguía, el amor era mirado como una depravación”; “hablar del corazón a esas gentes era farsa del diablo,el casamiento era un sacramento y cosasmundanas no tenían que ver en esto”. Sobre las decisionesmatrimoniales de los padres,Mariquita decía que“a los padres les gustaba casar a sus hijas con un español peninsular recién venido al que protegían e incorporaban a sus negocios y al hogar.Si el pretendiente era ahorrativo, tantomejor.Por lo general,el jefe de familia arreglaba todo a su criterio y,una vez decidido, comunicaba la novedad a sumujer y a la novia pocos días antes de la boda”.Mariquita agregaba: “las pobres hijas no se habrían atrevido a hacer la menor observación, era preciso obedecer. Los padres decían que ellos sabían mejor lo que convenía a sus hijas y era perder tiempo hacer variar de opinión”.“Aunque se tratase de una hermosa niña y de quien no era lindo,ni elegante,ni fino y hasta podía ser su padre, tanta era la diferencia de edad,pero ser hombre de juicio era lo preciso. [...] los pocos casamientos que se hacían por inclinación se concretaban a disgusto de los padres. En cuanto a las hijas que no se atrevían a contrariarlos,pero tampoco aceptaban elmarido propuesto,pues les inspiraba adversiónmás bien que amor,optaban por hacerse monjas”. Matrimonios por conveniencia En los hogares de las familias de la elite, era habitual que los padres eligieranmaridos para sus hijas.A través de un buenmatrimonio, se buscabamantener o incrementar el patrimonio familiar. Por ejemplo, los ricos comerciantes se preocupaban por pactarmatrimonios con hombres que,a través del ahorro y la buena administración,dieran continuidad a sus empresasmercantiles. En este sentido, los españoles contaban con ciertas ventajas sobre los criollos. Las familias “decentes” los consideraban más trabajadores y ahorrativos que los nativos. Un dicho –“Vino, marido y bretaña*, de España”–, muy extendido en la época, expresabamuy bien esta preferencia. Losmatrimonios por conveniencia, así como la predilección por los recién llegados de España, no eran cuestiones exclusivas de la“gente decente”de Buenos Aires.Estaban extendidos,en este grupo social,por la mayor parte de Hispanoamérica. De castigos, solidaridades, atajos y leyes progresistas Mariquita no aceptó sumisa las normas establecidas. Con apenas catorce años, se opuso con tenacidad a la decisión de sus padres. El español Diego del Arco era un buen candidato para sus padres, pero no para ella, que amaba a Martín. En 1801 se desataron las hostilidades.En lo quemuchos vieron como fruto de las influencias políticas de Cecilio Sánchez de Velazco, padre de Mariquita, Martín Thompson debió dejar su puesto de ayudante de la División Cañoneras en el Puerto de Buenos Aires,para cumplir unamisión enMontevideo.Mientras tanto,el candidato de los Velazco era menospreciado públicamente por Mariquita. Cuando su familia pretendió realizar la ceremonia de esponsales, la niña se rebeló y declaró ante un funcionario virreinal que sí deseaba casarse, pero con Martín Thompson. Mariquita fue internada en un convento. El castigo no sirvió para doblegar sus convicciones ni para apagar sus sentimientos.No podrían verse pero sí escribirse. Entonces,Martín fue enviado a un lugarmuchomás distante: a la lejana ymítica ciudad de Cádiz.Sin embargo, pese a ello,Martín yMariquita siguieron comunicándose y alimentando el amor que los unía. Mariquita no estaba sola.Muchos jóvenes se sentían solidarios con ella y la acompañaban—aun en silencio en esa lucha desigual que había entablado.Es que en la colonia,el amor comenzaba a abrirse paso por entre los dic- tados de la conveniencia.Algunos,para vencer la norma rígida que obligaba a obtener el visto bueno paternal para el casamiento, no vacilaban en recurrir a múltiples engaños: relaciones sexuales prematrimoniales o amantes que se deslizaban en alcobas prohibidas con ayuda de sirvientes cómplices eran algunos de los recursos que servían para burlar los dictados paternos. Además,Mariquita leía con avidez a literatos y poetas europeos que escribían sobre la justicia de seguir losmandatos del corazón.Se regocijaba con los artículos del TelégrafoMercantil que criticabanmuchos de los absurdos de la vida social y,por supuesto, estaba al tanto de los cambios en la legislación colonial. Sabía que,desde 1803, como una muestra más del progresismo de la monarquía borbónica, había comenzado a regir una Pragmática Sanción que otorgaba al Virrey la posibilidad de decidir sobre los casamientos que fueran resistidos por los padres. Mariquita yMartín no buscaron atajos y decidieron ampararse en esa preciosa herramienta que la nueva legislación ponía a su alcance. El juicio de disenso En 1804, Martín Thompson volvió de España e inició un juicio de disenso* contra Magdalena Trillo. Desde la muerte de su esposo, en 1802, ella había tomado las riendas de su hogar. Como su difunto marido,Magdalena se oponía tenazmente a la boda deMariquita yMartín y fundamentó ante el Virrey su negativa.Mariquita contraata- có con una carta a Sobremonte, fechada el 10 de julio de 1804.Magdalena insistió entonces con sus razones ante el escribanomayor del Virrey.Decía que su hija era una joven inexperta y acusaba al novio de querer aprovecharse de tal situación.Thompson no sería capaz, según ella,de llevar una vida sencilla.Malgastaría la fortuna de los Sánchez enmuy poco tiempo. Martín no se quedó callado.En carta alVirrey sostuvo que los argumentos que se le oponían eran débiles y caprichosos. Se describió a símismo como un joven serio, educado, que había cumplido con la promesa que le hiciera a Mariquita.No había sido el de ellos un romance fugaz,pasajero,que justificara los temores deMagdalena.En cuanto a la administración de los bienes de los Sánchez de Velazco, él estaba lo suficientemente capacitado como para desempeñarla con buen tino. Esta batalla legal, que hacía palpitar a una ciudad ávida de novedades, iba llegando a su fin. El 20 de julio de 1804, el virrey Sobremonte falló siguiendo los nuevos vientos que soplaban en la sociedad y dio su permiso para la boda. *El juicio de disenso es el instrumento con que contaban los jóvenes para sobreponerse a las elecciones matrimoniales de sus padres. Se trata de un instituto jurídico que perdura en la actualidad: el juez interviene cuando uno o ambos padres o representantes legales del menor de edad no quieren brindar su autorización para realizar el acto de matrimonio. En este tipo de proceso, el juez evalúa si existen motivos fundados para la negativa. En caso contrario, procede a autorizar el matrimonio. Está regulado en el Código Civil, en el capítulo relativo a los “impedimentos para contraer matrimonio” (Arts. 166 a 171). El surgimiento de una nueva sensibilidad La historiadora María Sáenz Quesada considera que Mariquita fue expresión de una nueva sensibilidad social. La cuestión del casamiento con el elegido del corazón era uno de los grandes temas de la vida privada que debatía la sociedad de fines del siglo XVIII.Si en Francia acababan de abolirse los privilegios delMedioevo, si los pensadores, literatos y poetas elogiaban el individualismo y la religión del corazón por encima de las frías normas,¿podrían escapar a su influencia los súbditos americanos de la Corona española? La firmeza deMariquita, al sostener contra viento ymarea sus derechos,no es sólo expresión de su notable fortaleza. Es,además, el punto de partida de una nueva sensibilidad social ante elmatrimonio. La joven contaba con el respaldo moral de un muerto ilustre que había sido íntimo amigo de los Sánchez de Velazco: el obispo Azamor y Rodríguez, titular de la diócesis de Buenos Aires.Si bien Azamor había fallecido cuando ella tenía unos diez años,es fácil imaginar que la niña,presente como era costumbre en las tertulias de losmayores, escuchara y absorbiera los nuevos y atractivos conceptos que el obispo expresaba y que tan bien se adecuaban a su anhelo de libertad. En sus escritos,Azamor defendió la libertad de elección de su pareja por parte de los jóvenes.Su postura era compartida por el progresista fiscal de laAudiencia deCharcas,Victorián deVillaba,para quien la oposición de los padres respondía al capricho o a abominables conveniencias económicas o sociales.Tanto el obispo como el fiscal expresaban un clima de ideas contrario a la Pragmática Sanción que, en la década de 1780, había tendido a fortalecer la autoridad paterna para evitar la crisis de la sociedad estamental pormatrimonios entre personas de diferente nivel social o de castas distintas.Según dicha Pragmática, los hijos, incluso losmayores de 25 años,debían solicitar el consentimiento paterno.Hasta entonces, se daba a los varones la libertad a partir de esa edad, y a lasmujeres, a los 28 años. La transgresión a esta norma se castigaba con la pérdida del derecho de herencia. Aunque no fue el único juicio de disenso de esa década,pues hubo algunos otros de importancia en que los hijos querellaron a sus padres, el deMariquita yMartín tuvo una repercusión especial. Ella y su novio se habían convertido, sin buscarlo, en pioneros de esta nueva sensibilidad. ¿Revolución en la condición de lamujer? La Revolución deMayo nomodificó la condición de lasmujeres de la elite heredada de la colonia.Ni siquiera en lo relacionado a la libre elección de pareja. La tradicional costumbre de los padres de elegirmaridos para sus hijas continuó imperando.Hasta un hombre con ideas políticas tan radicalizadas como Juan José Castelli, siguió en este aspecto apegado al pasado.Hacia 1811 o 1812 se convirtió en protagonista de un escándalo público al negarle a su hija la posibilidad de casarse con un oficial quemilitaba en las filas de Cornelio Saavedra. Por entonces,Mariquita Sánchez de Thompson, desde las hojas y periódicosmás radicales, incorporó al debate público el tema de la educación de lasmujeres y cuestionó el rol subordinado y dependiente que se le asignaba a la mujer en el proceso revolucionario. La educación de lasmujeres de la elite "La ignorancia era perfectamente sostenida.No había maestros para nada, no había libros sino de devoción e insignificantes, [...] ya debes de conocer lo que sabían las gentes, leer,escribir y contar, lomás.Para lasmujeres había varias escuelas que ni el nombre de tales les darían ahora. La más formal donde iba todo lo más notable era una vieja casa [...]. La dirigía doña Francisca López, concurrían varones ymujeres.Niñas desde cinco años y niños varones hasta quince, separados en dos salas, cada uno llevaba de su casa una silla de paja muy ordinaria hecha en el país de sauce; este era todo el amueblamiento, el tintero, un pocillo, unamesamuy tosca donde escribían los varones primero y después las niñas.Debo admitir que no todos los padres querían que supieran escribir las niñas porque no escribieran a los hombres;estas sillas ordinarias que ni paramuestra hay ahora,no era fácil tenerlas tampoco porque había pocas, todos los oficios eranmiserables,asímuchas niñas se sentaban en el suelo sobre una estera de esas de esparto.Había unamesita con un nicho de la Virgen donde se decía el bendito a la entrada y a la salida.Este era todo el adorno de la principal sala y en un rincón la cama de lamaestra: el solo libro era el Catecismo,para leer en carta cada niña o niño traía de su casa un cuaderno que les escribían sus padres, y se le decía el proceso: todo lo que se enseñaba era leer y escribir y las cuatro primeras reglas de la aritmética, y a las mujeres coser y marcar [...]. Había algunos pardos que enseñaban la música y el piano, este era el solo adorno para las niñas, era para lo solo que había maestros,muy mediocres.No puedes imaginarte la vigilancia de los padres para impedir el trato de las niñas con los caballeros,y en suma en todas las clases de la sociedad había vanidad en lasmadres de familia en este punto. La dicha de los padres era tener una hijamonja,un sacerdote, y la sociedad giraba sobre esta tendencia".